HOY RECIBO ESTA HISTORIA REAL QUE ME ENVIA SANTI VILLAR (OTRO POPI MAS) QUE A LOS AMANTES DE LA CAZA OS VA A GUSTAR
Al poco de la suelta gran parte de la rehala se va con un venao que han echado a media falda del barranco. Mientras tanto el “Gitano” late de parada. Logra arrancar al marrano aunque no ha llegado nadie para ayudarle. Le mete el gran cochino a dos posturas, pero no se quedan con él. Cuando llega al perrero va empapado en sangre, tiene varias puñaladas que le han producido una gran hemorragia en el cuello. Vicente le tapona metiendole un jirón del “mono” en uno de los seis o siete agujeros que tiene. Y siguen monteando.
Al rematar, el “Guindilla” sale despavorido de un lentisco al encontrarse con otro buen cochino. Esta vez se encuentra más junta la rehala y acorralan al marrano en unas de las colas del pantano. Este se mete dentro del agua y los perreros tardan en bajar produciéndose unos minutos agónicos, ya que tan solo se escuchan lamentos de los perros.
Al llegar Félix se encuentra una escena espeluznante: el marrano aculado en el agua dándole cara a los perros en la orilla. Pero lo tiene bien cogido el “Lunares” y el “Tremendo”, y ya se le han agregado el “Perico”, el “Terrible”, el “Tornillo” y el “Alicates”. Metiendose en el agua le hunde el cuchillo hasta los gavilanes y culmina la hazaña de los valientes perros.
El “gitano” no puede más. Esta entregado. Ha perdido mucha sangre y las pocas fuerzas que le quedaban las ha gastado en el último agarre. Tiene un gran corte en la paletilla que casi la divide en dos, ocho puntazos en el cuello, la cara desfigurada. Al pasar por el puesto de un conocido montero lo atan los perreros para ir después a por él.
El primer marrano no apareció. Uno segundo y el del pantano aparecieron en el remolque de la carne, con el “Gitano” victorioso, en lo alto.
A los dos semanas monteamos con el “Gitano” en La Barbuda.
Al rematar, el “Guindilla” sale despavorido de un lentisco al encontrarse con otro buen cochino. Esta vez se encuentra más junta la rehala y acorralan al marrano en unas de las colas del pantano. Este se mete dentro del agua y los perreros tardan en bajar produciéndose unos minutos agónicos, ya que tan solo se escuchan lamentos de los perros.
Al llegar Félix se encuentra una escena espeluznante: el marrano aculado en el agua dándole cara a los perros en la orilla. Pero lo tiene bien cogido el “Lunares” y el “Tremendo”, y ya se le han agregado el “Perico”, el “Terrible”, el “Tornillo” y el “Alicates”. Metiendose en el agua le hunde el cuchillo hasta los gavilanes y culmina la hazaña de los valientes perros.
El “gitano” no puede más. Esta entregado. Ha perdido mucha sangre y las pocas fuerzas que le quedaban las ha gastado en el último agarre. Tiene un gran corte en la paletilla que casi la divide en dos, ocho puntazos en el cuello, la cara desfigurada. Al pasar por el puesto de un conocido montero lo atan los perreros para ir después a por él.
El primer marrano no apareció. Uno segundo y el del pantano aparecieron en el remolque de la carne, con el “Gitano” victorioso, en lo alto.
A los dos semanas monteamos con el “Gitano” en La Barbuda.
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